sábado, 2 de octubre de 2010

Día de la unidad de Alemania.




Introducción. Tratado de Unificación.

La entrada en vigor del Tratado de Unificación el 3 de octubre de 1990, es celebrada todos los años desde 1991 como el  de la Día Unidad Alemana.
La reunificación de Alemania quizá fue una sorpresa para muchos, aunque el desprestigio del comunismo en el mundo ya estaba generalizado, gracias, entre otros, a las proféticas actividades del Papa Juan Pablo II. La figura excelsa del papa polaco pasará a la historia, además de por su indudable santidad religiosa, por su decisiva influencia en la destrucción y prácticamente desaparición del comunismo como sistema político e ideológico en el mundo.
Bien es verdad y también es de justicia destacar la importantísima y decisiva influencia del presidente norteamericano, Ronald Reagan que supo negociar hábilmente con Gorbachov, máximo dirigente de la entonces llamada Unión Soviética, y también iniciador de una incipiente democratización y apertura política en la URSS. Reagan pidió directamente a Gorbachov que derribara el muro que dividía Berlin, lo que contra todo pronóstico se produjo e inició todo este glorioso proceso de reunificación.
Aunque en la propia Unión Soviética y en los países de Europa Oriental, vecinos de la República Democrática Alemana (RDA), ya se venían sintiendo los efectos de la democratización y la apertura política, por la influencia de Gorbachov, como queda dicho, el infame Erich Honecker, jefe del Partido Socialista Unificado de Alemania, se negaba a aplicar reformas como las propuestas por Gorbachov. “El Muro de Berlín seguirá de pie en los próximos cincuenta o cien años” profetizó, y amenazó  Honecker en enero de 1989; el muro cayó derribado en noviembre de ese mismo año.

Ver el post dedicado a este asunto con fecha 7/11/2009 en este mismo blog.
Imparable movimiento popular de rechazo al comunismo.

En el mismo año 1.989, sólo 3 por ciento de los alemanes occidentales creían que llegarían a ver la reunificación de Alemania con sus propios ojos. Fue entonces cuando la Historia parecía haber decidido avanzar en cámara rápida. Todo comenzó con una ola imparable de salidas hacia el extranjero y masivas protestas callejeras que empezaron a desestabilizar gravemente a los líderes de la RDA.
Después, se produjo un suceso ancdótico aunque decisivo:
en una memorable conferencia de prensa que tuvo lugar en la tarde del 9 de noviembre de 1989, Günter Schabowski, miembro del Politburó de la RDA, dio a conocer prematuramente un comunicado alusivo a las posibilidades de viajar al extranjero, que interpretó erróneamente. “Hemos decidido establecer una regulación que le permita a cada ciudadano de la República Democrática Alemana salir del país a través de los pasos fronterizos”, anunció Schabowski.

El Muro de la vergüenza cae derribado.


Esa misma noche, sin que sonara un solo disparo, el régimen fronterizo de la RDA en el Muro de Berlín cedió ante la masa de personas que cruzaron la frontera. Por aquellos días, dramáticas escenas se desarrollaban en la sede principal del SED. Bernhard Quandt, un viejo comunista y miembro del Comité Central del partido de la RDA, exigió que se aplicara la pena de muerte a aquellos líderes del SED que permitieron el derrumbamiento de la RDA, democracia y derechos humanos entendidos a la manera comunista.
El derrumbamiento, que no caída, del Muro de Berlín es símbolo del inesperado triunfo de quienes protestaban en las calles de Leipzig, Berlín y Dresde, animados por el éxito del movimiento Solidaridad en Polonia, (la mano del polaco Juan Pablo II), por las reformas introducidas en Hungría y por Gorbachov. Este suceso también allanó el camino que llevó a la reunificación de Alemania. Sin el Muro de Berlín como punto de apoyo, el Estado de Alemania Oriental se desmoronó y la opción de crear una República Democrática Alemana independiente y realmente democrática fue desestimada por el pueblo, dolorosamente harto del comunismo soviético y sus mentiras, clamaba en multitudinarias manifestaciones callejeras: “Somos un pueblo, somos un pueblo…”.
Firma de los tratados políticos para regular la sobería plena de la nueva Alemania.

Tras celebrarse las primeras elecciones libres en la Cámara del Pueblo de la RDA, triunfó la Alianza para Alemania, que se pronuncia a favor de la reunificación, lo antes posible, de los territorios divididos tras de la Segunda Guerra Mundial. En Alemania occidental, el canciller democristiano Helmut Kohl,otro personaje decisivo en este proceso, apoyado por todos los partidos representados en el Bundestag, negocia con el nuevo Gobierno de Alemania oriental y paralelamente con las potencias aliadas de la Segunda Guerra Mundial para firmar los acuerdos que restauran la unidad de Alemania.Ello era indispensable dado que
en los tratados con la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se regulan los aspectos jurídicos de la reunificación de Alemania. De esta manera, Alemania recupera su soberanía plena.

Por fin: Una sola Alemania, no dos

En el verano de 1990, pese a los resquemores de algunos expertos, el marco alemán comienza a circular en la Alemania oriental y se cristaliza la unidad en materia económica y monetaria. En agosto de 1990, la Cámara del Pueblo de la República Democrática Alemana decide que ésta debe entrar a formar parte de la República Federal de Alemania y, poco después, en la noche del 3 de octubre de 1990, la gente celebra la reunificación de Alemania. En torno a ese suceso se pronunció con talante profético el entonces Presidente Federal, Richard von Weizsäcker: “Ningún tratado entre gobiernos, ninguna Constitución, ninguna decisión tomada por los legisladores podrá determinar la calidad de la unidad que consigamos como personas. Eso depende del comportamiento de cada uno de nosotros”.
F.J.

(Nota: Artículo redactado con informacion recogida de “Deutsche Welle”)

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